viernes, 1 de diciembre de 2017

JUECES. CAPÍTULO 16.

Sansón y Dalila 

161Sansón fue a Gaza, vio allí una prostituta y entró en su casa. 2Corrió la voz entre los de Gaza:
-¡Ha venido Sansón!
Entonces lo cercaron y se apostaron junto a la puerta de la ciudad. Toda la noche estuvieron tranquilos, diciéndose:
-Al amanecer lo matamos.
3Sansón estuvo acostado hasta medianoche; a medianoche se levantó, agarró las hojas de la puerta de la ciudad con sus jambas, las arrancó con cerrojos y todo, se las cargó a la espalda y las subió a la cima del monte, frente a Hebrón.
4Más tarde se enamoró Sansón de una mujer de Valle Sorec, llamada Dalila. 5Los príncipes filisteos fueron a visitarla y le dijeron:
-Sedúcelo y averigua en qué está su gran fuerza y cómo nos apoderaríamos de él para sujetarlo y domarlo. Te daremos cada uno mil cien siclos de plata.
6Dalila le dijo a Sansón:
-Anda, dime el secreto de tu gran fuerza y cómo se te podría sujetar y domar.
7Sansón le respondió:
-Si me atan con siete cuerdas humedecidas, sin dejarlas secar, perderé la fuerza y seré como uno cualquiera.
8Los príncipes filisteos le llevaron a Dalila siete cuerdas húmedas, sin dejarlas secar, y lo ató con ellas. 9Se apostaron al acecho de la alcoba, y ella gritó:
-¡Sansón, los filisteos!
Él rompió las cuerdas como se rompe un cordón de estopa chamuscada, y no se supo el secreto de su fuerza.
10Dalila se quejó:
-Vaya, me has engañado; me has dicho una mentira. Anda, dime cómo se te puede sujetar.
11Él respondió:
-Si me atan bien con sogas nuevas, sin estrenar, perderé la fuerza y seré como cualquiera.
12Dalila tomó sogas nuevas y lo ató con ellas. Y le gritó:
-¡Sansón, los filisteos!
-(Estaban apostados al acecho en la alcoba). Pero él rompió las sogas de sus brazos, como si fueran un hilo.
13Dalila se quejó:
-Hasta ahora me has engañado, me has dicho una mentira. Anda, dime cómo se te puede sujetar.
Él respondió:
-Si trenzas las siete guedejas de mi cabeza con la urdimbre y las fijas con el batidor, perderé la fuerza y seré como uno cualquiera.
14Dalila lo dejó dormirse y le trenzó las siete guedejas de la cabeza con la urdimbre y las fijó con el batidor, y le gritó:
-¡Sansón, los filisteos!
Él despertó y arrancó el batidor y la urdimbre.
15Ella se le quejó:
-¡Y luego dices que me quieres, pero tu corazón no es mío! Es la tercera vez que me engañas y no me dices el secreto de tu fuerza.
16Y como lo importunaba con sus quejas día tras día hasta marearlo, 17Sansón, ya desesperado, le dijo su secreto:
-Nunca ha pasado la navaja por mi cabeza, porque estoy consagrado a Dios desde antes de nacer. Si me corto el pelo perderé la fuerza, me quedaré débil y seré como uno cualquiera.
18Dalila se dio cuenta de que le había dicho su secreto, y mandó llamar a los príncipes filisteos.
-Venid ahora, que me ha dicho su secreto.
19Los príncipes fueron allá, con el dinero. Dalila dejó que Sansón se durmiera en sus rodillas, y entonces llamó a un hombre, que cortó las siete guedejas de la cabeza de Sansón, y Sansón empezó a debilitarse, su fuerza desapareció. 20Dalila gritó:
-¡Sansón, los filisteos!
Él despertó y se dijo:
-Saldré como otras veces y me los sacudiré de encima (sin saber que el Señor lo había abandonado).
21Los filisteos lo agarraron, le vaciaron los ojos y lo bajaron a Gaza; lo ataron con cadenas y lo tenían moliendo grano en la cárcel. 22(Pero el pelo de la cabeza le empezó a crecer después de cortado).
23Los príncipes filisteos se reunieron para tener un gran banquete en honor de su dios Dagón y hacer fiesta. Cantaban:
<<Nuestro dios nos ha entregado
a Sansón, nuestro enemigo>>.
25Cuando ya estaban alegres, dijeron:
-Sacad a Sansón, que nos divierta.
Sacaron a Sansón de la cárcel, y bailaba en su presencia. Luego lo plantaron entre las columnas. 24La gente al verlo alabó a su dios:
<<Nuestro dios nos ha entregado
a Sansón, nuestro enemigo,
que asolaba nuestros campos
y aumentaba
nuestros muertos>>*.
26Sansón rogó al lazarillo:
-Déjame tocar las columnas que sostienen el edificio para apoyarme en ellas.
27(La sala estaba repleta de hombres y mujeres; estaban allí todos los príncipes filisteos y en la galería había unos tres mil trescientos hombres y mujeres, viendo bailar a Sansón).
28Él gritó al Señor:
-¡Señor, acuérdate de mí! Dame la fuerza al menos esta vez para poder vengar en los filisteos, de un solo golpe, la pérdida de los dos ojos.
29Palpó las dos columnas centrales, apoyó las manos contra ellas, la derecha sobre una y la izquierda sobre la otra, 30y al grito de <<¡A morir con los filisteos!>>, abrió los brazos con fuerza, y el edificio se derrumbó sobre los príncipes y sobre la gente que estaba allí. Los que mató Sansón al morir fueron más que los que mató en vida.
31Luego bajaron sus parientes y toda su familia, recogieron el cadáver y lo llevaron a enterrar entre Sorá y Estaol, en la sepultura de su padre, Manoj.
Sansón había gobernado a Israel veinte años.

Explicación.

16,1-3 Las puertas de una ciudad se cerraban de ordinario al anochecer. Sansón se ha metido en una trampa, y sus enemigos pueden descansar despreocupados hasta el alba, cuando se vuelven a abrir las puertas. Gaza era una de las capitales filisteas y su nombre significa La Fuerte.

El brevísimo relato se complace en alargar el desenlace. Esas puertas son la protección de la ciudad y el símbolo de su poder. Sansón se contenta con una magnífica burla. No sabemos por qué se menciona Hebrón a 900 metros de desnivel y unos 60 kilómetros de distancia.

16,4 Aquí empieza el episodio más famoso de la historia de Sansón. Un poco pueden haber influido en nuestra sensibilidad los nombres: Sansón y Dalila hacen una feliz pareja fonética, reciamente masculino él, finalmente femenina ella. Aunque a oídos hebreos el nombre Dalila les puede traer resonancias de dll = exiguo, débil, o de zll = vil, libidinoso. Dalila es además el único personaje con nombre en las andanzas de Sansón (sin contar el padre).

La historia está contada según las exigencias de la narración popular. Estilizada en cuatro actos breves, construidos con piezas equivalentes y frases repetidas, preparando el último, que se ensancha y trae el desenlace fatal. No se busca la verosimilitud realista, sino el efecto del movimiento y de los detalles. Los oyentes aceptan sin dificultad que nada menos los cinco jefes de la pentápolis vayan a entrevistar a la amante de Sansón y participen después en todas las incidencias; no preguntan cómo se puede atar a un hombre sin que se despierte. Los oyentes conocen la historia, porque la han oído muchas veces, y ven cómo a la tercera llegan los filisteos a la cabellera prodigiosa de Sansón; saben que el secreto no debería ser creíble para los filisteos, y aprecian así la percepción de la mujer que reconoce la voz de la sinceridad.

Sorec se encuentra en la Sefela, a poca distancia de Sorá; es un valle que ha dado nombre a una cualidad especial de uvas. El autor no identifica la nacionalidad de Dalila, pero es justo inferir que es filistea.

16,9 Parece ser que los filisteos no salen del escondrijo hasta la última vez. El número siete, las cuerdas frescas o sin estrenar, indican que se trata de virtudes mágicas, no del simple hecho de atarlo.

16,13 De este modo la melena de Sansón queda entretejida en el telar donde trabaja la mujer. La imagen del héroe tan enredado en la tela de Dalila es particularmente sugestiva.

16,17 Nm 6,5.

16,20 Es la primera vez que en la narración suena el nombre del Señor. Su alejamiento es la medida teológica del hecho. Sansón ha caído en la inconsciencia y de ella pasará a la ceguera.

16,21 Probablemente se trataba de un molino grande, en el que hace el trabajo de un animal, no del molino común de mano.

16,23 Dagón es el dios del grano. El canto, o estribillo, se distingue por la acumulación de rimas producidas por los sufijos. Como si los filisteos cantasen en hebreo: es parte de la convención narrativa.

* el v.24 va detrás del v. 25.

16,25 Debemos imaginarnos un patio con una galería superior apoyada en columnas, de modo que el público puede mirar desde arriba y desde abajo. El narrador prepara muy bien el desenlace acumulando detalles alegres: fiesta, banquete, cantos, espectáculo, danza; es una ebriedad popular de triunfo con pretensiones religiosas. Sansón tiene que escucharlo todo.

16,28 Es una oración en voz alta, en contrapunto con los cantos filisteos. El nombre del Señor es invocado en la fiesta de Dagón, y la contienda adquiere proporciones sobrehumanas: dando la victoria a Sansón, Yahvé derrota a Dagón. Es el primer encuentro en las páginas, bíblicas.

16,29-30 Según la técnica normal, el autor alarga con una descripción precisa la escena final. La frase final, con la triple repetición del verbo morir, suena como el epitafio literario de Sansón.

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