Gedeón (Jue 13)
61Los israelitas hicieron lo que el Señor reprueba, y el Señor los entregó a Madián por siete años. 2El régimen de Madián fue tiránico. Para librarse de él, los israelitas tuvieron que valerse de las cuevas de los montes, las cavernas y los refugios.
3Cuando los israelitas sembraban, los madianitas, los amalecitas y los orientales venían a hostigarlos; 4acampaban frente a ellos y destruían todos los sembrados, hasta la entrada de Gaza. No dejaban nada con vida en Israel, ni oveja, ni buey, ni asno; 5porque venían con sus rebaños y sus tiendas, numerosos como langostas, hombres y camellos sin número, e invadían la comarca, asolándola. 6Con esto Israel iba empobreciéndose por culpa de Madián.
7Entonces los israelitas gritaron al Señor. Y cuando los israelitas gritaron al Señor por causa de Madián, 8el Señor les envió un profeta a decirles:
-Así dice el Señor, Dios de Israel: Yo os hice subir de Egipto, os saqué de la esclavitud, 9os libré de los egipcios y de todos vuestros opresores, los expulsé ante vosotros para entregaros sus tierras, y os dije: 10<<Yo soy el Señor, Dios vuestro; no adoréis a los dioses de los amorreos, en cuyo país vais a vivir>>. Pero no me habéis obedecido.
11El ángel del Señor vino y se sentó bajo la Encina de Ofrá, propiedad de Joás, de Abiezer, mientra su hijo, Gedeón, estaba trillando trigo a látigo en el lagar, para esconderse de los madianitas.
12El ángel del Señor se le apareción y le dijo:
-El Señor está contigo, valiente.
13Gedeón respondió:
-Perdón; si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: <<De Egipto nos sacó el Señor...>>? La verdad es que ahora el Señor nos ha desaparado y nos ha entregado a los madianitas.
14El Señor se volvió a él y le dijo:
-Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo te envío.
15Gedeón replicó:
-Perdón, ¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en la casa de mi padre.
16El Señor contestó:
-Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.
17Gedeón insistió:
-Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo. 18No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente.
El Señor dijo:
-Aquí me quedaré hasta que vuelvas.
19Gedeón marchó a preparar un cabrio y uns panes ázimos con media fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el puchero; se lo llevó al Señor y se lo ofreció bajo la encina.
20El ángel del Señor le dijo:
-Toma la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta roca y derrama el caldo.
21Así lo hizo. Entonces el ángel del Señor alargó la punta del cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la roca una llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció.
22Cuando Gedeón vio que se trataba del ángel del Señor, exclamó:
-¡Ay Dios mío, que he visto al ángel del Señor cara a cara!
23Pero el Señor le dijo:
-¡Paz, no temas, no morirás!
24Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre de <<Señor de la Paz>>. Hasta hoy se encuentra en Ofrá de Abiezer.
25Aquella noche habló el Señor a Gedeón:
-Toma el buey de siete años que tiene tu padre, derriba el altar de tu padre dedicado a Baal y corta el árbol sagrado que está junto aél; 26levanta luego un altar al Señor, tu Dios, en la cima del barranco, con las piedras bien puestas; toma el buey y ofrécelo en sacrificio aprovechando la leña del árbol ya cortado.
27Gedeón escogió a diez de sus criados e hizo lo que le había mandado el Señor; pero no atreviéndose a hacerdo de día por miedo a sus familiares y a la gente del pueblo, lo hizo por la noche.
28Cuando los vecinos se levantan temprano, se encontraron derruido el altar de Baal, cortado el árbol sagrado junto a él y sacrificado el buey sobre el altar recién construido. 29Se preguntaban:
-¿Quién habrá sido?
Indagaron, averiguaron y llegaron a la conclusión.
-Ha sido Gedeón, hijo de Joás.
30Entonces le dijerón a Joás:
-Sácanos a tu hijo, que muera; porque ha derribado el altar de Baal y ha cortado el árbol sagrado que había junto a él.
31Joás respondió a todos los que le amenazaban:
-¿Qué tenéis vosotros que debender a Baal? ¡Como si vosotros fuerais a salvarlo! El que lo defienda, muera antes de que salga el sol. Si Baal es dios, que se defienda a sí mismo, ya que han derribado su altar.
32Por eso aquel día pusieron a Gedeón el apodo de Yerubaal, comentando:
-¡Que Baal se defienda a sí mismo, ya que han derribado su altar!
33Los madianitas, los amalecitas y los orientales se aliaron, cruzaron el río y acamparon en la llanura de Yezrael.
34El espíritu del Señor se apoderó de Gedeón, que tocó a rebato, y Abiezer corrió a unírsele. 35Envió mensajeros a Manasés, y se le unió; luego a Aser, Zabulón y Neftalí, y también ellos vinieron a unírsele.
36Gedeón dijo a Dios:
-Si realmente vas a salvar a Israel por mi medio, como aseguraste, mira, voy a extender en la era esta zalea: 37si cae el rocío sobre la lana mientras todo el suelo queda seco, me convenceré de que vas a salvar a Israel por mi medio, como aseguraste.
38Así sucedió. Al día siguiente Gedeón madrugó, retorció la lana, exprimiéndole el rocío, y llenó una cazuela de agua. 39Entonces Gedeón dijo a Dios:
-No te enfades conmigo si te hago otra propuesta; hará sólo otra vez la prueba con la zalea: que sólo ella quede seca, y, en cambio, caiga rocío sobre el suelo.
40 Así lo hizo Dios aquella noche: sólo la zalea quedó seca, mientras que cayó rocío en todo el suelo.
Explicación.
GEDEÓN
Débora y Barac se enfrentaban con los señores cananeos que por tradición ocupaban Palestina; su victoria quebró definitivamente la resistencia de los precedentes pobladores. Gedeón se tiene que enfrentar con una agresión que viene del este. Parece que la historia se complace en repetirse: los amorreos (= occidentales) fueron tribus semíticas que invadieron la franja costera y se establecieron allí; también el cuerpo de los israelitas venía del desierto y penetró cruzando el Jordán, para desalojar lentamente a los precedentes ocupadores; una nueva marea se agita en el desierto oriental, enviando ondas sucesivas capaces de cubrir el territorio y a sus nuevos ocupantes. ¿Les tocará a los israelitas, hace poco asentados, la suerte de los cananeos?, ¿los medirán con la misma medida?
La nueva ola introduce un factor nuevo, revolucionario: el camello domesticado. Los madianitas son una tribu nómada que se ha dedicado en parte al transporte de mercancías, el cual se realizaba antiguamente a lomos de asnos. Este sistema limita las rutas a zonas con fuentes poco distantes. Durante el siglo XII se consuma y se difunde la domesticación del camello (los camellos de Gn 37,25 son un anacronismo), con lo cual se abren nuevas rutas, se pueden cubrir mayores distancias y la velocidad de transporte se multiplica. El camello se demuestra útil para otro tipo de actividad no menos lucrativa que el transporte de mercancías, a saber, el robo y pillaje. Un escuadrón de jinetes montados en camellos pueden partir de lejos, irrumpir de improviso, escapar sin ser alcanzados.
Los madianitas se alían con otros beduinos: con los amalecitas ya conocidos en Ex 17,8-15, y otra tribu que lleva el nombre geográfico "orientales" (lo mismo que benjaminitas significa "meridionales"). Su camino de penetración es a través de los vastos del Jordán, frente a la llanura de Esdrelón al norte y quizá más al sur, frente a la sierra de Efraín; o bien penetraban por el norte y doblaban hacia el sur. Su táctica es refinada: dejan trabajar a las poblaciones sedentarias y se presentan a recoger las cosechas. Estos beduinos con sus camellos pueden resultar tan peligrosos como los cananeos con sus carros de combate. La táctica repetida año tras año amenaza matar de hambre y desesperación a los pobres aldeanos israelitas.
En este contexto histórico, así reconstruido o imaginado, actúa el nuevo héroe Gedeón Yerubaal. Comparados con los veinte versos dedicados a Ehud (incluyendo marco y ampliación), se aprecian los cien versos que se lleva Gedeón en el libro. El material narrativo sobre el héroe procede de diversas tradiciones, al principio orales; con ellas ha constrido el autor último una narración articulada en breves escenas bien encadenadas, bastante variadas, con justa proporción entre acción y diálogo; la maestría narrativa alcanza aciertos excepcionales. El sentido reigioso de los hechos está explícito sobre todo en los diálogos.
Vamos a dividir este capítulo en una serie de escenas o secciones: la situación (1-6), requisitoria profética (7-10), vocación del héroe (11-24), Dios pone a prueba a Gedeón (25-32), situación (33-35), Gedeón pone a prueba a Dios (36-40).
6,1 Según Gn 25,1-4, Madián es uno de los hijos de Abrahán y de Quetura, mientras que Gn 37 los relaciona con los ismaelitas, también descendientes de Abrahán. El recuerdo de un parentesco ancestral parece operar en estas noticias.
6,4 Gaza en aquella época estaba ya en poder de los filisteos; quizá el autor toma a Gaza como denominación de los principados, y parece pensar en una penetración también a lo largo de la costa.
6,5 La comparación con la langosta, que llega a hacerse tópica (Jr 46,23; Nah 3,15), es muy eficaz para describir el avance rapidísimo del ejército de camellos, los saltos, la polvareda, su paso desolador.
6,7-10 Segunda aparición y requisitoria del libro. Su función estructural es semejante: 2,1-5 explica el fracaso descrito antes, como castigo por el pecado; lo mismo hace la presente pieza. También el contenido es semejante: recuerdo de beneficios, que resumen en dos tiempos la salvación, y denuncia de la desobediencia. En vez del ángel del Señor, habla un profeta anónimo (la requisitoria es frecuente en la actividad profética); no se lee la respuesta del pueblo, que debía ser penitencia y confensión. Quizá falte esta conclusión en vista de los sucesos de v. 25-32. El discurso del profeta es como un resumen esquemático: beneficio del Señor -título de la alianza- exigencia de culto exclusivo. El discurso está en versos de cuatro o tres acentos.
6,8 Jue 2,1-5.
6,11-24 Personajes. El ángel del Señor es la aparición del Señor, por eso el texto emplea dicha fórmula cuando aparece, se sienta, actúa, mientras que dice simplemente "el Señor" cuando habla. Ver la aparición del Señor entraña peligro de muerte. Gedeón significa "el que arranca, tala, destroza"; Yerubaal significa "defienda, pleitee Baal". El narrador dice que el segundo es un apodo, pero es extraño que den un nombre teofórico de Baal al enemigo de Baal; algunos autores invierten la explicación del autor, diciendo que Yerubaal es el nombre original -nombre baalista- y Gedeón es el apodo. Hay que notar que el padre lleva un nombre teofórico yahvista, Joás. Abiezer (= mi padre auxilia) es el nombre, también teofórico, de un clan de Manasés, según Nm 26,30 y Jos 17,2.
El pasaje tiene un tono que recuerda intensamente las escenas patriarcales, especialmente Gn 18: la divinidad asume figura antropomórfica, si bien demuestra poder sobrehumano y se reserva la libertad de aparecer y desaparecer. El hombre puede rogar, no mandar ni disponer. En Gn 18, la divinidad aceptaba el banquete, aquí lo transforma en holocausto.
El diálogo, para lo que estila el Antiguo Testamento, es bastante largo -cuatro dobles intervenciones- y muy elaborado. Se coloca en el género de "vocación" y hay que estudiarlo en paralelo con la vocación de Moisés, la de Jeremías, etc. Dios confía una misión al hombre, el hombre se resiste, Dios le promete su ayuda, el hombre pide un signo, Dios se lo concede: éstos son los posibles elementos de un relato de vocación, y se encuentran de modo diverso en cada caso.
6,11 Ofrá de Manasés se encuentra a pocos kilómetros al sur del Tabor, muy expuesta a las incursiones madianitas. La encina o terebinto podría tener un carácter sacro, sobre todo considerada su cercanía a una roca que hará de altar; el artículo distingue esta encina entre otras.
6,12-16 Las palabras del Señor, con su insistencia en el valor y la fuerza, hacen descubrir al hombre su incapacidad para la misión. Esta lleva el verbo "salvar", el de los jueces mayores , y tiene por objeto todo Israel. La incapacidad humana, una vez confesada, queda abolida por la presencia activa del Señor; "el Señor contigo" leemos dos veces, como saludo y como fundamento de la misión; y la objeción de Gedeón implica la misma idea, son inconciliables las desgracias con esa presencia.
Con gran claridad y con sentido teológico se plantea el motivo de la victoria del menor, recurrente en el libro; su desarrollo vendrá en el capítulo siguiente. Puede recordarse la elección de Salúl (1 Sm 9,21) y la de David (1 Sm 16).
6,13 Sal 60,12.
6,14 Ex 3,10.
6,15 1 Sm 9,21.
6,17-21 Mientras Moisés pide un signo que garantice la misión, Gedeón pide un signo que identifique al interlocutor, no vaya a tratarse de un sueño o de una alucinación. Quizá espera un signo relacionado con la ofrenda; el de Moisés estará relacionado con el culto (E, Y 3,12). Lv 1-2 explica, perfectamente, la diferencia entre ofrenda, holocausto y otros sacrificios; en las ofrendas no entran los animales; nuestro texto puede representar costumbres más antiguas, menos diferenciadas. La cantidad de comida es fabulosa para un solo comensal. Caldo, cabrito y pan estaban destinados a un banquete; el Señor piede que el caldo se ofrezca en libación, el resto arderá; no es normal que el pan se queme en el sacrificio.
El fuego milagroso revela como signo al Señor; recuérdese a Moisés (ex 3), Elías (1 Re 18) y Lv 9,24. El fuego del templo es sagrado por su uso, éste lo es por su origen también.
6,22-23 Esto sucede fuera y después de la visión; por tanto, el oráculo del Señor está visto como tantos otros en la literatura profética, como respuesta personal, interna. El saludo normal, pronunciado por Dios mismo, se impone con su eficacia y evidencia. "Ver cara a cara" es expresión gráfica, que también se podría traducir "en persona"; es privilegio de hombres como Moisés, Ex 33.11.
6,24 Construir un altar para conmemorar in situ una visión es costumbre antigua: Gn 12,7 (Abrahán); 26,25 (Isaac), 28,18 (Jacob erige una estela); 35,1-7 (el altar en Betel). El nombre del altar puede concretar el recuerdo, por ejemplo Ex 17,15 (Moisés después de vencer a Amalec); Gn 22,14 (Abrahán después de sacrificar el carnero).
6,25-32 La presencia de otro altar, tan cerca en la narración y en la comarca, puede insinuar una tradición paralela. El autor último no ve contradicción, antes bien, yuxtapone los dos relatos de altares. Una vez que Gedeón se ha presentado como fiel yahvista, tendrá que demostrar su celo religioso en un gesto osado.
La acción cumplirá dos funciones: comprobará y templará al elegido, expiará por la comunidad. Lo primero se verá venciendo el miedo y afrontando a su propio clan. Lo segundo lo hará cumpliendo la orden del Señor, que también se lee en Dt 7,5.
La narración nos muestra sin comentarios una situación de sincretismo. En ofrá, no tan lejos de Siquén, hay un jefe de familia con nombre yahvista que posee un altar donde los vecinos dan culto a un dios cananeo de fecundidad, mientras su hijo da culto a Yahvé (y no será el único). Precisamente este pecado de sincretismo es la causa de los males que el pueblo sufre, como lo ha dicho el profeta al principio. Hay que expiar el pecado, como cuando el becerro de oro (Ex 32) o cuando la prostitución sacra de Belfegor (Nm 25); esta vez el acto no será cruento, pero sí arriesgado. La acción tendrá algo de juicio de Dios, que sacará afuera las actitudes de muchos y obligará a tomar partido: se destruye un altar y se construye otro (recuérdese la destrucción de ídolos en Jos 24).
6,25 El texto hebreo, mal conservado, menciona dos bueyes. El árbol sagrado puede ser un palo o maya plantado en tierra, como símbolo de la deidad femenina cananea.
6,26 El destino del árbol, combustible del sacrificio auténtico, simboliza el triunfo del culto de Yahvé y expresa la fidelidad de los buenos yahvistas.
6,29-30 La acción del joven ha sido sacrílega y merece la muerte; de lo contrario Baal enviará una calamidad a la población.
6,31-32 En la reacción de Joás no basta el amor paterno (recuérdese el caso de Saúl y Jonatán en 1 Sm 14,30-45). Con la acción de su hijo ha descubierto la impotencia de Baal, ese dios que ha de ser defendido por sus fieles y no puede defenderlos. El segundo verbo es aún más enérgico: Dios ha de salvar al hombre, no el hombre a Dios. Está claro que Baal no es Dios y que sus defensores merecen la muerte, no el que destruyó el altar -algunos dudan que esa amenaza de muerte sea parte del texto antiguo-. Joás se atreve incluso a desafiar a esa divinidad públicamente: sus palabras equivalen a un abjuración y piden otra tanto de sus vecinos.
El apodo es en rigor una invocación "Baal defienda", y tiene una correspondencia yahvista en Yehoyarib (1 Cr 9,10); se refiere en rigor a la defensa judicial. El autor da una explicación maliciosa, usando ambiguamente el sufijo de tercera persona "Baal se / lo defienda, ya que ha destruido su altar": la segunda lectura es el colmo de la burla. La tradición posterior conocerá a Gedeón también por este otro nombre, 1 Sm 12,11, deformado en Yeruboset, 2 Sm 11,21.
6,33-35 Estos versos podían constituir el comienzo de la historia, empalmando con el clamor de 1,6. En vez de una elección bien articulada, tendríamos la irrupción imprevista e incontenible del espíritu, que impulsará a Jefté y a Sansón.
La preocupación por determinar las tribus que participan en la empresa puede ser antigua, como testimonia el canto de Débora; el modo sintáctico de introducirlas aquí se presta a la manipulación posterior. Tenemos la tribu propia y las tres septentrionales, sin Dan. La manera de responder a la llamada, parece indicar un prestigio y una fama que no se improvisan en un día. Zabulón y Neftalí son las tribus sobresalientes en la batalla contra los reyes cananeos, Aser se ha defendido. Puede extrañar la falta de Isacar, cuyo territorio invaden los beduinos; a lo mejor están demasiado controlados o intimidados por los enemigos.
6,36-40 Nuevo signo. Antes quería Gedeón identificar al que hablaba, ahora quiere estar seguro de su auxilio. Los antiguos se han fijado en el simbolismo del rocío fecundador y el vellón.
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